lunes, 16 de abril de 2018

Capítulo V - LA PISTA INÚTIL


5.     LA PISTA INÚTIL
Percy buscaba algo en su bolsillo. Miró a la pared de ladillos sobre la que se encontraba la puerta trasera del bar. Las jóvenes hermanas seguían discutiendo fuera del estacionamiento, a un lado de la entrada, pero él no podía oírlas. Sacó la mano de su bolsillo y vio seriamente la foto que había tomado unos momentos atrás. Estaba demasiado oscuro donde estaba parado, así que decidió moverse debajo de un farol para alumbrar la fotografía. En esencia, el flash había iluminado al sujeto. Sólo había un problema. Usaba una máscara de lana. Esa foto no le servía demasiado, ni a él ni a la policía. No daba un indicio, o al menos no uno que Percy reconociera, de dónde poder encontrar al criminal, y él era bueno detectando ese tipo de detalles en las fotografías. Ni manos, ni pies, muñecas, tobillos, cuello, nada. No había nada que delatara algo acerca de dónde encontrar al asesino, o alguna característica física incriminatoria. Percy notó que las chicas con las que se había encontrado estaban entrando al estacionamiento nuevamente, así que decidió guardar la foto. Esas chicas eran especiales, Percy lo presentía. Lo notaba en la forma en la que actuaban, en lo serias que eran con respecto a unos aspectos relacionados con la escena del crimen y en cómo esa niña no estaba para nada asustada de encontrarse en una situación tan oscura.
— ¿Qué discutían?
— Algo personal —respondió Malén.
— ¿En todo caso, qué piensan hacer? Con respecto al caso, me refiero.
— Vamos a encontrar al asesino —se apresuró a decir Anahí.
— ¿Ustedes piensan que pueden interponerse en una investigación policial, para dar con un criminal que viene matando gente desde hace meses, y hacer el trabajo de gente con años de entrenamiento y experiencia mejor que ellos mismos?
— Bueno… —cuando lo veía de ese modo, Eluney, que era la mayor, recapacitaba un poco acerca del asunto, pero — yo creo no es imposible.
— Okay, es verdad. Desde que empecé a estudiar fotografía que tampoco lo creo. Pero me parece algo extremo. Digo, ¿Cómo se les ocurrió hacer esto? Entiendo que muchos fantasean con ser un Sherlock a su edad, pero nadie llega tan lejos. Tienen ver la realidad — Anahí se mostró desilusionada. Sus ojos que brillaban al ver a Percy ahora se veían más como un vacío oscuro.
— ¡Pero nosotras somos lo mejor que hay! —reclamó.
— ¿Lo mejor? — se extrañó Percy por el término, pero le llamó el interés ese entusiasmo y autoconfianza.
— ¡Sí! Si alguien de nuestra edad lo puede hacer, no es nadie más que nosotras.
— Tenemos ciertas habilidades — dijo Eluney — y sabemos que son suficientes para igualarnos a esos oficiales. Eso si estamos juntas.
Ahora Percy sí se extrañó completamente. Sin gracia alguna. Parecían hablar con toda la sinceridad posible. Creía, muy levemente, que el hecho de que la niña de cinco años no temiese a la situación, podía llegar a tener algo de sentido. ¿Serían superdotadas? ¿Las cuatro? Era algo muy poco probable, al igual que atrapar al criminal, o que justo se encontraran con él, que tenía suficiente habilidad como para contribuir al emprendimiento ficticio e inverosímil de esas adolescentes y su hermanita.
— ¿Ustedes creen —empezó a decir — que yo pudiese aportar algo? — las chicas Del Campos quedaron impactadas, así porque fue sorpresivo para ellas, tanto como porque Percy Lloyd las estaba apoyando.
— ¡Pero dijiste que era algo extremo e irreal! — dijo Malén.
— Cambié de opinión. Puede que haya un sentido para todo esto. ¿Quién sabe? Quizás hasta haya un destino que nos dijese que tenemos que atrapar a este tipo.
Las caras pecosas de las tres chicas adoptaron un color rojizo al escuchar la palabra “destino”. Anahí estaba parpadeando muy rápido, ese era un tic que siempre la delataba cuando estaba con un chico al que veía como ahora veía a Percy, o… con un lindo perro. Eluney, por el contrario, luchaba tratando de ocultar una sonrisa, a tal punto que se tapaba la boca con una mano. Malen se mantenía seria, pero sorprendida y frustrada al mismo tiempo por no poder decir nada.
— Yo… — decía Eluney — creo que podríamos incluirte… pero… Necesitamos algo, alguna muestra de que vas a servir de algo. ¿No? — miró a sus hermanas, que asentían. Sin embargo, luego intercambiaron una mirada que pudieron leer muy bien la una de la otra. Una mirada que decía “cuidado”.
— Tengo algo que quizás las convenza. Aunque no sé si va a ser de mucha ayuda — metió su mano en el bolsillo y se dispuso a sacar la fotografía que le había tomado al delincuente durante su fuga. Caminó hacia las hermanas y les entregó la imagen del sujeto que no tenía nada de piel al descubierto.
— ¿Vos tomaste esto? — preguntó Eluney.
— Sí. Después de escuchar el disparo. El tipo salió corriendo y pude tomar su foto.
— Por la relación que tiene con respecto a la entrada — empezó a decir Anahí — y teniendo en cuenta las cosas del fondo que están a la salida, ese cartel, la lavandería de enfrente, la profundidad… Yo diría que el tipo mide un metro, ochenta y cuatro centímetros, aproximadamente. Además parece ser muy flaco teniendo en cuenta la cantidad de prendas de ropa que lleva y no se ve muy ancho.
— ¡¿Cómo?! — se sorprendió Percy. — ¿Cómo te diste cuenta de algo tan exacto?
— Es un poco obvio si ya sabés cuanto mide cada cosa en la foto. No es tan complicado —Percy entendía que se pudiese tratar de una ecuación fácil para algunos, pero, lo que acaba de presenciar no era algo normal. Ni siquiera algo que se pudiese calcular mentalmente tan rápido.
—…sman ce once — se escuchó por debajo. Era Ailín, la más pequeña. Estaba mirando la foto. — ¿Qué es “sman ce once”? —preguntó la niña.
— ¿Aili, dónde viste eso?
La niña señaló a un punto exacto de la foto, pero ninguno de los presentes veía nada.
— ¿Qué pasa? ¿Qué hay ahí? —le decía Eluney.
— Lo dice ahí. Mirá
Percy tomó la foto y la llevó a la luz. Después de mucho intentarlo, por fin pudo distinguir un rectángulo saliendo de un costado del asesino. Era el cañón de la pistola. Si forzaba mucho la vista, podía distinguir unas letras, pero no llegaba a leer lo que decía. Sin embargo, reconoció la pistola gracias a lo que Ailín dijo.
— Es una Crosman C11. El tipo usó esa arma. ¿Cómo…? Bueno, me voy a ahorra la pregunta. Ya entiendo. Esto de que cada una pueda hacer estas cosas me da miedo ¿Qué sigue?
— Podemos investigar quién se la vendió — dijo Malén.
— ¿Sabés la cantidad de negocios que venden Crosman? Sin contar a los vendedores independientes —por no decir ilegales.
— Sí, y tampoco sabemos si la tiene desde mucho antes de empezar a asesinar —consideró la lectora. Miró a Percy para proponerle algo, pero quedó callada cuando escuchó que se abría la puerta trasera del bar.
— Muchas gracias, Míster Lloyd. Espero verlo por aquí próximamente y que este horrible incidente no afecte nuestro contrato.

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